Tuesday, March 13, 2018




Estaba sentado tras la cristalera del bar San Telmo, en Casanova-Diagonal, mucho antes de la reforma a que fue sometido el lugar. Desde el semáforo vi como escribía. Sonó mi móvil, era su mensaje: ya stoi, leí. Entré, y al verme le cambió la cara. ¿Por qué me envías un mensaje si sabes que soy compulsivamente puntual?, le dije. Lucas estaba muy nervioso.
-Es que no hay nada más importante hoy que hablar contigo, dijo. Volví anoche de Milán y llegué a casa de madrugada. Le había dicho a Nani que llegaría esta noche, pero resolví mis cosas rápido, alquilé un coche y adelanté la vuelta un día. Ella no estaba en casa. Mi primera intención fue llamarla al móvil, pensé que habría salido a cenar con alguna amiga, pero me pegué una ducha y estaba tan cansado que me quedé dormido. El caso es que esta mañana tampoco estaba.
-¿Y no se te ocurre que le puede haber pasado algo?, pregunté
-Pues sí, es lo primero que he pensado. Tiene el teléfono fuera de cobertura y enseguida me he dado cuenta de todo. He conectado el ordenador y he visto que había comprado un billete para Londres con vuelta esta noche. Lleva allí tres días, y comprenderás que si ha hecho algo así es porque no está sola.
-No saques conclusiones precipitadas… No me dejó terminar.
- No argumentes por favor. Quería pedirte un favor, que me acompañes al aeropuerto. Llega en hora y media y quiero saber con quién.
Muy a mi pesar le acompañé. A Lucas le conocía desde siempre y toda mi vida, excepto en los aspectos sexuales estaba vinculada a él. Pidió el coche  prestado a un amigo para que no nos reconocieran, y de camino a la terminal le pregunté: ¿Qué piensas hacer si la ves aparecer con alguien? No hubo respuesta.
Detuvo el coche a la puerta de llegadas internacionales. Veinte minutos más tarde Nani salía arrastrando una maleta pequeña con ruedas. Parecía que hablaba con una chica. Sonreían. Había poco tráfico en el aeropuerto, por lo que no fue difícil observar todo lo que sucedió. Caminaban de lado. Nani, habitual en ella, exquisitamente vestida. La otra chica llevaba unos jean´s rasgados, botas cartujanas y un anorak caro. Antes de llegar a la parada de taxis se acercaron a una columna y se enfrascaron en un beso interminable acompañado de una caricia prolongada, lenta, recorriendo con las manos sus espaldas de tal forma que los abrigos parecían no existir. Visiblemente trastornado, Lucas me llevó a casa y nunca más hablamos del asunto. Han pasado 8 años y siguen juntos.
A la chica de los jean´s la reencontré hace un par de años. Está casada con un cretino de ciudad, un alto ejecutivo de esos que algunos llaman “el prestigioso empresario…” Lo curioso es que “el prestigioso” está liado con un amigo mío. Difícil pero cierto. Y habitual el desdoblamiento. Es un tema social sin importancia. ¿O no es el sexo una excelente fórmula de socialización?




Tuesday, August 09, 2016

Queso de bola



Miles de tiendas de chinos en Barcelona ¡y tenían que comprar en la misma! Mónica la reconoció, era una de las madres del colegio que ella había heredado de su abuela, y al oír a la cajera china decir Gustan mucho mí refiriéndose a unos tangas fucsia, ató cabos. Aquella mujer desprendía sensualidad, tenía cierto porte aristocrático, de cuando tener ese porte suponía algún valor además que ser pasto de la guillotina. Si Pedro la había visto pasar por el barrio, sin duda se le había acercado, por eso supo al instante que el tanga del maletero de su marido era de ella. A la misma Mónica le gustaría tener ese porte y ser amante de alguien, incluso de su marido si fuera necesario.
Fue fácil cumplir la promesa que le hizo a la desconocida: mantener a su marido durante tres días y tres noches en su cama. Se ausentaron del mundo y de las noticias, hicieron el amor unos ratos y follaron otros hasta el dolor, no dejaron un rincón por sellar con húmedas compulsiones y apasionadas palabras, por eso él tardó en saber que tendría que conformarse con el millón de euros depositados en la banca andorrana, que había dejado de ser multimillonario para ser solo rico, que la policía le daba por desaparecido y que el President negaba conocer su paradero. No le preguntó qué había en las bolsas que le pidió que guardara, solo le interesaban él, su manera de amarla y el intercambio que había logrado.
La dejó en la cama con la promesa de que nunca más marcaría un tanga que no fuera para él y ella aceptó porque él prometió financiar su cuarteto de jazz. Tres días antes de su encierro había enviado a Mónica un mensaje: Al salir de la Audiencia vuelo a Londres. Vuelvo en tres días. Se fue a casa tranquilo, tenía coartada. Esquivó a los periodistas apostados en la puerta. ¡Escoria! Mónica no estaba y fue en busca de una cerveza. Sobre la encimera de la cocina había un queso de bola y junto a él una nota: Le llaman queso holandés, aunque en Holanda no saben nada de él.

Tantos años de mujer florero firmando a ciegas tenían recompensa. Tras una escala en Ginebra y otra en Panamá, en un lugar una mujer ataviada con pareo y alpargatas, frente a un Bloody Mary y fumando un caliqueño,sabía de la pena solicitada para el mayor de los hermanos Riera tras descubrir unas bolsas de basura rebosantes de dinero escondidas en una casa de Collserola. Pero esa ya es otra historia.

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Thursday, July 28, 2016

WE CAN




La noticia ocupaba las portadas de prensa nacional: La Fiscalía de Barcelona abre expediente a la trama WE CAN. Cinco miembros de la familia Riera, citados a declarar.
Fundó la compañía con sus hermanos pequeños años atrás, al advertir que las pólizas por los incendios de grandes dimensiones, los siniestros de verdad y no las chuminadas de barrio, podían hacerle rico. Lo logró, y los beneficios se acumulaban en Panamá y en Suiza a nombre de su esposa, con un pequeño fondo propio de un millón de euros en Andorra para comprarle un Vuiton de vez en cuando, decía, cuando lo que a él le gustaba de verdad era el queso de bola holandés con sabor a plástico, el Sombrero de Copa.
Pidió hora a Pink Peoni para hacerse manos y pies. Quería estar perfecta porque aparecería en cualquier momento. Hojeó una revista y al ver una foto de Caroline de la Magret pensó que se parecía a Mónica, de una naturalidad transgresora de la que le gustaría aprender, con su elegante languidez que cobraba vida a cada uno de sus movimientos. Victoria era sensualidad en estado puro, movimientos rápidos, minifaldas o jean's, botas de tacón fino... Un torbellino.
Ni una maleta, solo la documentación y el ansiolítico para volar. Entró en el vestidor para decir adiós a su vida, y sonrió al ver el estante con todos los LV. ¡Horror! Tantos años con ella y Pedro no había aprendido nada, solo se había hecho multimillonario. Cogió uno de los antiguos, una mochila, y se fue al aeropuerto. Primera escala, Suiza. Segunda, Panamá. Tercera, su propia vida.
Victoria no le había reconocido aunque aparecía con frecuencia en la prensa. Lo único que reconocía era su vaivén sobre ella, cómo la llevaba hasta donde nada importaba más que el retorcer de las entrañas que advierten que la vida es sentir, donde el sudor se mezcla con la máxima expresión de la intimidad, un lugar del que hay que escapar si una no desea morir de intensidad. Le importaba poco a qué se dedicaba, quién era él o qué significaba. Por eso aceptó el reto de la otra mujer cuando le dijo: Si eres capaz de retenerle en la cama durante 3 días, no interferiré en vuestra historiaPero él no ha de saberlo ¿Capaz? ¡Pero si no pensaba en otra cosa!

Declaró y salió a toda prisa. Le importaban poco el fiscal, la opinión pública y la prensa. ¡A la mierda todos! La forma en que Victoria se dejaba amar era cuanto le interesaba.

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Friday, July 15, 2016

Huevos con puntilla




Aceleró el desenlace de la reunión con el Presidente porque sabía que Victoria (¿o era Vanessa?) estaba sola, le había oído decir en algún momento que sus hijos se marchaban a Boston. Al día siguiente de su primer encuentro voló a Bruselas y Londres precipitadamente y no pudo volver a verla. No sabía nada de aquella mujer excepto que le había vuelto loco, pero lo que nunca hubiera podido imaginar es que Mónica se había acercado a ella con el tanga que él no podía expulsar de su cabeza y que no recordaba dónde había abandonado. Cuando ella le abrió la puerta por segunda vez tuvo la sensación de que entraba en un estado confortable en el que su voluntad quedaba anulada por algo mucho más sublime.
Pedro mantenía un diálogo virtual acerca de ello con un par de huevos fritos con puntilla en la barra del Taktika Berri. La puntilla de los huevos le llevó de nuevo hasta el tanga fucsia... tenía una puntillita que mordió... No, no podía dejarse llevar en un lugar público en el que, además, había localizado a una periodista en una mesa al fondo, de las que tiraban del hilo de la vida privada y si tiraba de la suya la madeja sería un regalo. Mónica caería en profunda depresión y su padre quizás moriría de un ataque de disgusto burgués, pero enterarse de que tenía amantes era lo que menos le disgustaría si supiera todo lo demás porque, al fin y al cabo, a él mismo se le había descubierto una cuando era Congresista. Pero lo del dinero, eso no se lo perdonaría. El huevo reventó como un zeppelin en llamas y la puntilla se diluyó en un tsunami que le hizo pensar de que forma le conducía hasta un clímax que aunque conocido le sabía a nuevo. No podía dejar de verla, estaba atado a ella por lo más pegajoso de cualquier proyecto, la ilusión, y aquella segunda vez había sido grandiosa.
Victoria lavó a mano los 6 nuevos tangas y los perfumó con Floris de rosas frescas. Cuando la desconocida le tendió el tanga fucsia que él había olvidado en el coche, lo hizo con una frase: Si repites utiliza aroma de rosas, le vuelve romántico, lo cual en casi todos los hombres es un plus. Volvería, y mientras esperaba, deslizó las manos por debajo de su falda. Y le recordó.
Asumidas las infidelidades y sabiendo que Pedro era uno de los imputados en el caso WE CAN, a Mónica le resultó fácil acercarse a Victoria y poner las cartas boca arriba. Estaba decidida a ganar y ella era el mejor vehículo para su plan.


http://www.cocinayaficiones.com/2015/10/magras-jamon-huevo-frito/

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Tuesday, July 12, 2016

Gusta mucho mi...





Al principio le pareció que la mujer que se le había acercado con un tanga en la mano al terminar el Festival en el colegio de los niños estaba confundida, pero supo que no era un error al ver su sello, la V, en el tanga rosa chicle, de los chinos. Este gusta mucho mi, le había dicho con risita la cajera china. Victoria solo los había comprado de ese color en dos ocasiones. Uno estaba aún en el cajón de los polvos por pegar, y el otro se lo había llevado un desconocido cuyo nombre acababa de recordar: Pedro. El hombre en el que no podía dejar de pensar.
Después de tantos meses pensando en el desconocido, él reaparecía de pronto, hacían el amor toda una noche, y al día siguiente una mujer le devolvía el tanga que le había regalado Victoria a él después de un polvo anterior, hacía meses. Le pareció formar parte de un truculento guión.
Sabía de él que vivía entre Londres y Barcelona, y ya en su cama a ella le quedó claro que él sabía exactamente dónde y en qué momento usar los dedos en cada parte de su cuerpo. ¿Sería cirujano? O quizás carnicero. Quería, necesitaba más. Mientras se concentraba en recordar detalles que no la afectaran entre las piernas en aquel mismo instante, una desconocida le tendía el tanga rosa fucsia.
Victoria alargó la mano, dio las gracias y apretó la mandíbula mientras guardaba la braguita en el bolso, sin estar muy segura de si a continuación le caería una bofetada o la ya no tan desconocida le escupiría en toda la cara. Qué asco, prefería la bofetada. En vez de eso, escuchó:
-Una mañana encontré una cagada de pájaro en el cristal del coche de mi marido y agarré el primer trapo que encontré en el maletero, pero era tan pequeño y resbaladizo que acabé con las manos llenas de guano. Al ir a tirarlo me di cuenta de que era un tanga marcado, explicó la cada vez menos desconocida.
A Victoria solo se le ocurrió decir:
-Si es mío, si.
-¿Te interesa saber cómo lo sé?, preguntó la mujer.
No estaba muy segura de querer saberlo, pero Victoria asintió y ella se lo explicó con todo detalle.
Por la tarde, mientras dejaba que los perros corrieran por Collsserola, no tuvo más que recordar la conversación para estar segura de que Pedro volvería. Lo tenía tan claro, que poco después estaba en Luxury Love, en el Born, comprando 6 tangas de verdad, de los que no pican.

Los guardó minuciosamente. Solo le quedaba esperar, y esperó poco.

Friday, July 01, 2016

Otra mujer y un nombre




Sentada entre padres, madres y abuelas que habían acudido al festival de Música de fin de curso de sus hijos en el teatro de Gràcia, Victoria no podía dejar de apretar las piernas porque las palpitaciones y el escozor no se detenían. Sabía que estaba mojando la falda, que el exiguo tanga no era la mejor compuerta para detener el torrente de memoria del que disfrutaba mientras escuchaba la interpretación de su hija mayor. La niña le daba a la trompeta y ella solo pensaba en que la noche anterior había sonado el timbre y allí estaba él, en la entrada de su loft en Vallcarca sin saber si sería bien recibido y si ella le recordaría aunque en realidad no había hecho otra cosa que pensar en él. Podría haberle echado, pero bastó cerrar la puerta para segundos después estar los dos sobre el parqué. Tardaron 15 escasos minutos en quedar tendidos boca arriba, ella sintiendo que le había pasado por encima un obús, y él respirando sonoramente hasta que dijo incorporándose: ¿Tienes una cerveza?
La niña seguía tocando la trompeta y ella seguía apretando las piernas y sin darse cuenta de que otra mujer entre el público la observaba.
Ni una cerveza en la nevera, solo una botella de sidra que abrió, añadió un par de hielos, y tras brindar volvieron a enzarzarse en el viaje a una fluida eternidad. ¿Sabes de algo que te de mayor sensación de eternidad que hacer el amor, algún placer tan rápido de obtener y tan imposible de olvidar? Eso era para ella el sexo, inmediatez, recuerdo y un poco de mucho amor, añadía, quizás para justificar la herencia de la tradición judeocristiana.
Hicieron el amor toda la noche, con intervalos para unos pocos minutos de sueño, aunque incluso dormida él la atraía y de nuevo bailaban. Me encanta que de pronto alguien invada mi sueño y se meta entre entre mis piernas, decía Victoria.
A las 7 de la mañana le invitó a marcharse porque tenía que recoger a sus hijos en casa de su hermana y prepararles para el festival. No le preguntó si volvería, ni le pidió el número de teléfono. Ya en la ducha, mientras dejaba de caer el agua hirviendo sobre la nuca, se dio cuenta de que no le había dado el tanga con su inicial, la forma de marcar sus encuentros sexuales.

Al terminar el Festival, la mujer que la observaba le dijo: Creo que esto es tuyo. Era un tanga con la V, su inicial. Y en ese preciso momento, Victoria recordó un nombre: Pedro.

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Tuesday, June 28, 2016

Tangas con marca




Tangas con marca

Me pide Álex Salmon, el director de El Mundo de Catalunya que es donde se publica mi columna SEXO EN BCN, que escriba en 4 capítulos una de las historias de sexo propias y ajenas que cuento cada jueves. ¡Quiere acabar conmigo! Porque puesta a escribir 4 artículos, amplío y voy a por 40 y a por novela. Quien manda, manda, así es que me estructuré antes de acabar de reaccionar. De entrada necesitaba una cuentahistorias, una mujer, porque arrancarle a un hombre un relato sexual que no fuera solamente la exaltación del macho alfa sería complicado.
Visualicé rápido a la única mujer que conozco capaz de enamorarse en cada polvo, vuelta y vuelta, enamorarse al día siguiente de otro, conocido o por estrenar, y de nuevo volver con el anterior. Así a diario, a lo sumo a días alternos, y el fin de semana descansa como licenciada en buenas costumbres. La llamaré Victoria por no llamarla Belle de jour.

Victoria vive en Collserola, tiene tres hijos y tres perros, todos adoptados, va a las reuniones de padres, es vegana, tiene excedencia de funcionaria y se dedica a componer en su casa con vistas al mar y a cantar en jamm sessions. Es famoso entre sus amigas el cajón de sus bragas, todas tangas compradas en el chino y a las que estampa una V adhesiva porque cada uno de los hombres que pasea por su piel se lleva de premio un tanga con la V de Victoria, Vencedor o Vencido, porque aunque haya sido un mal polvo, cada uno aporta algo, dice. Lo suyo es fetichismo exógeno, un recuerdo que se llevan y que siempre les hace volver, porque a mí repetir me gusta, me siento más tradicional si vuelven, más como en casa.
Un tanga marcado, un recordatorio de los momentos sexuales, de los juegos eróticos y de los orgasmos, rápidos, lentos, buenos o mediocres pero nunca malos, consideraba Victoria que era el mejor regalo que se le podía hacer a un hombre. Un pedacito de tela con aroma de provocación, de lujuria, un recuerdo de cuerpos desnudos, de un rato de amor líquido, del recorrido de una lengua, del tacto de unas manos, incluso de unas palabras a veces oportunas como el tópico dónde estuviste hasta hoy o eres lo mejor que me ha pasado. ¿No íban a volver?

Solo uno no volvió y era el que Victoria más deseaba que volviera. Hasta que llamó a su puerta el primer día del verano.

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