Saturday, January 12, 2013

Isadora y Grey en Gulag

Si, la Librería Catalonia (82 años) cierra puertas y da paso a un McDonalds (73 años). En la carrera hacia el centenario, los pollos descuartizados ganan el pulso a la palabra escrita. Comemos más que leemos, claro, aunque sea de las mieles de animales para los que la muerte ha sido la liberación de una infeliz vida de hacinamiento. Para algunas cuestiones somos pocos y para otras, demasiados. Muchos para comer carne de animal feliz (poco pollo happy para tanto comepollo), y pocas para leer algo que no sea Las 50 sombras de Grey, que la vendían en Catalonia. Esa novela si, esa ha reventado royalties y share: 20 millones de copias. No sé de quién es el dicho, pero nada más cierto que “la jodienda, no tiene enmienda”. Aunque la novela en cuestión incluya sentimientos y misterio, los únicos comentarios que hasta hoy he recibido de sus lectoras es lo genial que es Grey y su forma de practicar sexo. Ahí, ahí radica su éxito: de pronto la mujer, un tipo frecuente de mujer, descubre que el primer mohicano existe, que una nueva raza masculina es posible, y que incluso quizás se asemeje a aquella en que el hombre era eso, hombre. No macho, hombre. ¡Ay! Pasan los años y lo del sexo sólo varía en las personales fórmulas del onanismo compartido. El salido lo era hace 500 años y lo es ahora. Lo mismo que el reprimido. Si lo que ahora se lleva es leer los vaivenes de Grey, hubo un tiempo en que leíamos Isadora emprende el vuelo, magistral nove
la, y lo que llevábamos debajo del brazo, con la tapa hacia afuera, era la difícil Archipiélago Gulag. Ahí se sexo nada, pero de denunciar la represión, todo. La estalinista, no la de entrepiernas. Y con los libros flotando en la piscina de ácaros de un sillón tapizado en pana, las Isadoras hacíamos el amor sobre alfombras de imitación victoriana mientras los guardianes del polvo (el de la pana) pugnaban con la nube de hormonas desatadas y el espermatozoide alfa peleaba por el podio. Teniendo la Catalonia abierta, a Alexander Solzhenitsyn en el regazo, el espíritu de libertad en el alma y la lucha por los derechos en el cv, ¿a quién le importaba Grey? Grey era Manel, Ferran, Quim, Carlos, Javier, Ramón… Grey eran los que les salía un bulto entre las piernas cuando bailaban Crimson&Clover, el lento de Tommy James and the Shondells que duraba 6 minutos. Eso era un Grey y así volábamos, leyendo y viendo. Y notando…