Controladores, hipotecas, putas y demás...
No conozco a ningún controlador aéreo. Es más, no conozco a nadie que conozca a un controlador aéreo. Considerando la cantidad, considerable, de gente que conozco y que conoce a otra gente, me sorprende. Del análisis callejero de estos días de insurrección masiva de los controladores españoles, surge la frase más oída y populista: “Con lo que ganan, no deberían quejarse”. A unos 300.000 euros el polvo, perdón, al mes, tienen todo el derecho a neutralizar el espacio aéreo de todo un país. ¿Pueden pagarse un abogado o no? Aunque si la reflexión fuera menos populista, acaso los que necesitarían un abogado, el mejor, serían los que consintieron esos sueldos y otros privilegios colaterales y no los han revisado hasta que les han pillado los huevos. Ellos les dieron el poder, como lo dieron los bancos a todos los que hoy no puede afrontar las hipotecas y de esos sí conozco. ¡Un montón! Alevosía creo que le llaman a semejante intención. ¿A quién diablos le importa lo que gana el vecino? No, no es esa la cuestión.
Lo que me llena de satisfacción, como le ocurre a la realeza con otras cuestiones, es saber que todavía hay algo más sobrevalorado que el sexo y el orgasmo. Sé de mujeres y hombres prostituidos a cambio de títulos, mansiones, coches y demás artilugios que superan de largo los 300 mil, pero no al mes. Nunca se ha hecho público que un solo polvo costara esa cantidad, aunque fuera de los insufribles tántricos.
De pequeña yo quería ser azafata o enfermera, y ahora creo que debía ser porque oía decir a los mayores que los pilotos y los médicos ganaban mucho dinero. Una traición del subconsciente histórico de cuando las mujeres no votábamos porque, en realidad, lo que andaba buscando la azafata era un piloto y la enfermera un médico. ¿En qué pensaban mis mayores cuando me veían estudiar griego y latín? Deberían haberme dicho: “nena, aprieta en inglés, mates y ciencias naturales, que tendrás muchas salidas”. Pero a la que le decían eso es a mi amiga María Concepción, que hizo la Comunión conmigo en un tiempo en que pensábamos que lo de la masturbación no iba con nosotras porque no teníamos polla. He llegado a comprenderlo: lo de las mates y el inglés era por si quería ser controladora aérea, banquera o algo así y ganar mucha pasta, y lo de la biología por si se tenía que dedicar, finalmente, a explorar el mapa de la geografía humana. María Concepción no superó la etapa de las fracciones múltiples y se puso a puta, la pobre. Lo de pobre no es por lo de puta, sino porque decidió ser de las del ítem “of luxe” y se pasó la vida dejándose planchar y agachándose frente a los que podían pagar su tarifa: cien mil de las antiguas pesetas. Lo valía, que era muy guapa. Algunos repetían dos veces por semana porque en casa no había quien les hiciera el rendez vous de bajos. ¿Adivinan quién podía pagar eso? Van bien. Y me acabo de dar cuenta de que sí conocí a alguien que conocía a un controlador aéreo.
2 Comments:
Pero Maria Concepcion no pudo ir a celebrar su santo a Paris por culpa de sus clientes.
2:10 PM
JAJAJAJA, buenísima conclusión, genial!!!!!!!
3:40 PM
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