Tuesday, July 21, 2009

Parejas de coincidencia

Las fórmulas societarias que rodean a los sentimientos proliferan como setas. Las hipotecas supryme que inventó la derecha americana_ ¡curioso! _, fomentaron las parejas de desecho, pues a la vez que facilitar el pago de las cuotas inmobiliarias sin entrada simplificaron también el “ahí te quedas majo, que ya consigo yo otro crédito y ya de paso me compro un Audi”. Más curioso resulta aún que sean las izquierdas las que a través de la convivencia reduzcan los ingresos de las arcas estatales y fomenten las parejas de conveniencia inventadas por las derechas. Porque, verán, la pareja que paga dos cuotas de autónomos aguanta mecha. Basta con que uno se dé de baja y el otro facture por los dos: trescientos euros menos en la lista de pagos mensuales. Pueden acabarse amor y sexo, pero jugar con las cosas del comer ya es más serio y el poderoso caballero hace que la convivencia interese hasta entre pobres, que eso de la conveniencia era cosa de ricos y nobles.
Turno parejas de hecho y matrimonios gays. Éstas ya son igualitas que las convencionales, las de la firma que ata pero no une. O sea, que pasan a la lista de convencionales (por si alguien pensaba que el reajunte y el sexo unidireccional era cosa de modernos con causa). Todo acaba pasando por cuestiones notariales, fiscales y demás muermos. En fin, por el Sistema. Las únicas que no pasan son las parejas que quita y pon, esas que por un lado son prácticas pero por otro incómodas porque te equivocas de nombre, medidas, gustos y todo eso.
Almorzando el otro día con mi amiga Lulú en Tramonti, surgió un título para una nueva fórmula, las parejas de coincidencia. Son casi perfectas para aquellos momentos en los que da pereza iniciar una nueva convivencia porque ya se tiene una estructura sólida del tipo hijos, perro, hipoteca, lavadora y secadora, ex´s, agendas con tachones, un trabajo que gusta… En estas circunstancias, compartir secador de pelo y armario es prácticamente impensable.
-“¿Por qué no puede entender Felipe que hay una línea que no puede traspasar?”, decía Lulú a propósito de su reciente adquisición. “Se presenta en mi casa con la bandejita de La Farga a las 10 de la mañana del domingo, me tira besitos en público, me llama ocho veces al día para decirme que piensa en mí, me abraza a todas horas y pretende hacer el amor cada día. Puede parecer perfecto. ¿Por qué, entonces, me crispa tanto? Se molesta si esquivo la caricia, si no descuelgo el móvil, si le digo que no podemos vernos. ¿Por qué no es capaz de entender que el quid está en que nuestras soledades coincidan?”. El pobre Felipe no entiende que del amor al “hoy no” apenas hay distancia. Sólo el contacto le da seguridad, sólo el tiempo compartido, el deseo continuo y el sexo diario. Felipe no sabe que Lulú le va a mandar al carajo a las 10 de la mañana de un domingo cualquiera, aunque en realidad podría compartir con él el resto de su vida.

1 Comments:

Anonymous El peletero said...

Perdón por entrar en su casa sin llamar, pero la leído hoy en El Mundo y me ha gustado. Hablando de mundos el nuestro es raro si no lo ha sido siempre, pero hoy en día se ha extendido la mala costumbre de llamar a los automóviles motocicletas de cuatro ruedas y a las motocicletas automóviles de dos. No sé si esto tiene que ver con el gran repertorio de parejas que nos ofrece nuestra manera de vivir, pero quizás sí.


Saludos.

7:43 AM

 

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