Historia social de Bacelona Parte III. La croqueta perdida
Abierta la veda a la mediocridad, en el neo panorama social todo
vale. Como en la moda, como en el saludo, como en la mirada. ¡Todo vale! Los
pies de foto y las negritas de las crónicas ciudadanas han cambiado. No son
mejores ni peores, son sólo otras. Y está bien que lo sean, no es esa la queja
de mi Barcelona, la queja que desgarra la profesión es el nuevo universo de
satélites, de apéndices molestos que sin estar en las listas de entrada acceden
por insistencia en inauguraciones y fiestas. A mi memoria inmediata se acercan
los sustitutos sin fundamento de aquella dama de abrigo camel y pensión
insuficiente, la del capítulo I de esta serie. Los de hoy tienen de
insuficiente sus propias vidas, se aburren, se ahogan en su tedio, en las carencias
de su imaginación y, algunos, como aquella que lleva un “tapervuare” en el bolso
y sin estar en edad de pensión lo que pretende es llenar de alegría su nevera.
Pasa nada, así es la vida.
Hoy los personajes tienen forma de tipo con coleta engominada
pegado a otros para colarse; de mujer con manoletinas que dice ser amiga de
quien no es; de chica rubia con maquillaje excesivo que dice: “Yo voy a los
eventos, pico algo, me llevo el regalito y no le hago daño a nadie”; de señora
enseñorada con rizada cabellera que besa a las famosas y se va cantando “qué mona
y qué simpática"; de “novia o amiga de” cuando en realidad está en la
fiesta porque no soporta estar con su marido en casa; de rubia teñida de negro con sombrero que
dice estar en una revista que no existe, en una editorial fantasma o en un blog
con faltas y sin pies de foto; de bloguero que confiesa "me lo he montado de coña", de ex famosa que suspira por su pasado, de hombre con falso Kelly, abanico y chaquetas de
colores que se hace pasar por quien no es, se desespera si una azafata duda y
agita las manos como un cuervo herido, un cuervo rosa con voz de golondrina.
Les he visto colarse por detrás de los cipreses, usurpar
invitaciones, inventarse profesiones, montar escenas de agravio, suplantar
personas, saludar familiarmente a quien no les conoce, posar junto a personas
que merecen por trayectoria aparecer en los papeles, recoger “el regalito”
antes de entrar a la fiesta (“porque luego no queda ni uno, decía aquella…). Es
el efecto “lomana”, son las consecuencias de consentir que la indumentaria de
marca y la voz parecida a llevar un huevo en la boca se conviertan en
tendencia. ¿Por qué me molestan? Porque cuando estoy charlando con un alcalde,
una actriz o un diseñador, se acercan y me besan, y me saludan. Yo les importo
una mierda, lo que les importa es interrumpir, que a aquel con quien hablo le
quede claro que ellos son importantes. Lo que no saben es que yo no lo soy, que
sólo soy una “escribiente” al servicio de un departamento de crónicas, que
adora tanto su trabajo que no soporta agresiones de advenedizos. Porque ese
saludo fuera de lugar es una agresión.
Creen que no “hacen daño”, pero son tóxicos, son los nuevos “grandeshermanos”,
los que ponen su vida al servicio de Gabinetes de Comunicación y ahí,
precisamente ahí es donde está el problema. En esta ciudad hay buenos comunicadores,
buenísimos profesionales. Siguen estando, ninguno ha caído, pero a ellos también les han salido, como a la ciudad,
satélites inesperados con mailing incontrolado, dossiers de prensa
impresentables y lobos ávidos de conseguir cliping para el cliente. Da igual
dónde y cómo, lo importante es que la noticia salga, que corra por las redes
sociales aunque quien posa junto al escritor, el actor o la vicepresidenta de
Moda Fad sea un “croqueventero”. Hay poco papel, hay pocas secciones, y al cliente
hay que mostrarle grueso. No, señores, esto no va así, y menos después de una
vida defendiendo la calidad contra la canidad. No se llena una fiesta con “croqueventeros”
(acrónimo de croqueta y evento), no se acumula un clipping por cantidad, y no
se engaña a quien da de comer.
Mi pena no es sólo pena, es rechazo a la mala educación y al
oportunismo. Hay que preguntarse por qué sucede. Hay que mirarse menos el
ombligo y preguntarse por qué no se les dice amablemente que la croqueta se la
coman en su casa o en el bar de la esquina. O que hay que ganársela si te la pagan. Si quieren un referente croquetero
les regalo el mejor de Barcelona: El Coure, en el Passatge Marimón. Nadie las
cocina como Albert Ventura. Mientras comen la croqueta, lean “Al filo de la
navaja”, de Somerset Maugham. Quizás aprendan algo.
Y que siga la fiesta, y ojalá no pare. De buen rollo… Carol
King y James Taylor me esperan junto al sofá…
When you're down and troubled
and you need a helping hand
and nothing, whoa nothing is going right.
Close your eyes and think of me
and soon I will be there
to brighten up even your darkest nights
and you need a helping hand
and nothing, whoa nothing is going right.
Close your eyes and think of me
and soon I will be there
to brighten up even your darkest nights
1 Comments:
Com sempre genial, la pluma o el boli se't done molt bé, ets clara i sense compromissos. Gran Alós. Alicia (Miami)
7:17 PM
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